Es imposible tener un debate serio sobre la violencia cuando una de las partes cree que con “prohibir” las armas van a desaparecer mágicamente todos los problemas.
VOLVIÓ A OCURRIR. Un antisocial, un enajenado mental, acabó con la vida de ciudadanos americanos que festejaban patrióticamente su día de la independencia en Illinois.
El momento, la situación, la fecha escogida nos tienen que alertar sobre lo que ha venido ocurriendo en el país en la última década: un aumento de estigmatización y odio por parte de los americanos hacia su propio país, que ha sido transmitido en las escuelas y medios de comunicación de tendencia izquierdista.
Tenemos una crisis educativa, cultural, de valores y salud pública. No son las armas las que están matando a las personas, son disociados mentales los que, con armas, camionetas, o cualquier instrumento que dispongan, arremeten contra ciudadanos inocentes por odio al mundo, al país, o a sí mismos.
Hasta que no tengamos debates serios sobre esta crisis de identidad, psicopatía y violencia seguiremos enviando inútiles pensamientos y oraciones a las familias de los fallecidos.
Es imposible tener un debate serio sobre la violencia en Estados Unidos cuando una de las partes en cuestión cree que con “prohibir” las armas van a desaparecer mágicamente todos los problemas del país.
En Illinois, donde ocurrió el nuevo tiroteo, las armas de asalto están prohibidas, y eso no impidió al enfermo mental cometer su acto salvaje, puesto que, ¡oh, sorpresa!, a un criminal no le importan las leyes.
El domingo en Copenhague, Dinamarca, ocurrió también un tiroteo masivo en un centro comercial. Allí también había restricciones de portar el tipo de arma con la que se realizó la masacre.
Insisto, mientras tengamos a unos políticos tratando de hacerle creer a la población que los problemas son las armas y no los criminales, seguiremos enviando pensamientos y oraciones hasta que una bala nos llegue a nosotros.
Necesitamos tener debates serios sobre la violencia, reforzar las leyes para evitar que los criminales salgan fácilmente de prisión, que toda persona violenta sea alejada de la sociedad, lecciones de defensa personal para civiles y, por supuesto, tratamientos psiquiátricos, y no seguir permitiendo que el odio hacia Estados Unidos se siga difundiendo en el país a través de la “educación”.
Por favor dejemos de enviar pensamientos y oraciones a las víctimas y empecemos a tener debates responsables por el futuro del país. Podemos coincidir en puntos medios: pruebas de antecedentes generalizadas para adquisición de armas, entre otros puntos de control; sin embargo, esto, sin acciones correspondientes para tratar nuestra crisis de salud mental y la docilidad contra los criminales que salen y entran de prisión como de sus casas, será como el agua en un colador.
¡El problema son los violentos enajenados mentales, no el instrumento que usan para sus fechorías! Mientras más pronto lo asumamos, más cerca estaremos de hallar soluciones.
Emmanuel Rincón – El American