UN RÉGIMEN COMUNISTA QUE A EMPOBRECIDO UN PAÍS

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popeUna carta al Papa Francisco

Su Santidad:

            Como Ud. visitará Cuba el mes entrante, me decido a escribirle esta carta para trasmitirle algunos datos sobre el régimen imperante durante los últimos 56 años en mi patria de origen, que considero son de importancia vital que Ud. conozca. No tengo ninguna duda de sus buenas intenciones y su deseo de aplicar las enseñanzas del Evangelio a las difíciles circunstancias del mundo actual. Pero me preocupa cuáles son sus fuentes de información, y que sus palabras en defensa de los pobres sean utilizadas en su favor por los regímenes socialistas dictatoriales que desafortunadamente abundan en Latino-América.

            Debo iniciar esta misiva identificándome. Soy un médico internista jubilado, de 86 años, nacido en La Habana en 1929. Estudié en colegios religiosos (Hnos. Maristas y La Salle). Me gradué de médico en la Universidad de La Habana en 1954, me entrené en Medicina Interna en el Hospital Universitario “General Calixto García”, ejercí la medicina en La Habana hasta que, en 1964, tomé la difícil y penosa decisión de abandonar mi patria, mis sueños, proyectos y planes para un futuro, cuando me convencí que no podía vivir en el asfixiante medio que la revolución había creado. En los Estados Unidos tuve que volver a servir una residencia de medicina de 4 años, para poder tomar y pasar el examen que me calificó como internista en este país. He tenido una larga y exitosa carrera académica, alcanzando el grado de Profesor de Medicina de la Universidad de Miami asignado al Hospital Monte Sinaí de Mami Beach. Estoy jubilado desde Julio de 2010.

            Hasta aquí mi presentación, que creo es importante para que Ud. sepa quién le escribe. Mi propósito, muy humildemente, es el de suministrarle alguna información sobre la historia y los logros de la Revolución Cubana, como le digo al inicio de esta carta.  

            Fidel Castro llegó al poder después de derrotar el régimen corrupto y despótico de Fulgencio Batista en 1959. Al llegar triunfalmente a La Habana, en un discurso histórico, Castro aseguró que esta era una revolución nacionalista, que él personalmente no quería ninguna posición de poder, y que celebraría elecciones en 6 meses. Nombró un primer gabinete integrado por personalidades de prestigio, que pronto renunciaron cuando conocieron “al monstruo desde sus entrañas”. La revolución comenzó con un gran número de fusilamientos sin un juicio equitativo, entre ellos muchos jóvenes que murieron en el paredón de fusilamiento gritando “¡Viva Cristo Rey!”. Pronto el gobierno decidió “nacionalizar”, léase incautarse, de todas las empresas extranjeras, principalmente norteamericanas, sin ofrecer compensación alguna. Más tarde “nacionalizaron” todas las empresas y negocios cubanos, grandes, medianos y pequeños. Esto pasaba de ser una revolución nacionalista a ser un Estado que se apoderaba de todas las riquezas y recursos de la nación, en detrimento de la gran clase empresarial cubana, que había invertido toda una vida trabajando arduamente para crear sus propios negocios. Debo subrayar aquí, que la mayor parte de estos negocios se fueron a pique cuando la revolución los puso en manos de “compañeros” totalmente incapacitados. De esta forma se destruyó un inmenso aparato productivo, fruto del trabajo de los cubanos. Y así comenzó el éxodo de cubanos y el empobrecimiento de la nación. La revolución, lejos de quitarles a los ricos para darles a los pobres, igualó a toda la población a un nivel de pobreza, con excepción de la clase privilegiada dirigente, que vive con todos los lujos y privilegios.

            Posteriormente ocurre la Invasión de Bahía de Cochinos. Los invasores eran cubanos jóvenes idealistas, hijos de familias de clase media y media-alta, apoyados por el gobierno norteamericano, pero no mercenarios como el régimen les ha enseñado a los escolares posteriormente. Además de los que murieron en el combate, otros murieron cuando eran trasladados a La Habana en un vehículo cerrado, sin ventilación, muriendo asfixiados. Después del derrocamiento de la brigada invasora, Castro decidió que ya era hora de quitarse la careta y declaró que la revolución era comunista. Hasta entonces cuando se le preguntaba si la revolución era comunista, respondía negándolo enfáticamente y diciendo que la revolución era verde como las palmas. El pueblo de Cuba, que siempre ha usado lo que llamamos “el choteo”, tirarlo todo a broma, decía que la revolución era como el melón, verde por fuera y roja por dentro. En resumen, Castro había mentido y traicionado vergonzosamente al pueblo cubano.

            El siguiente paso fue “nacionalizar” todas las escuelas privadas de la nación, una gran parte religiosas, y expulsar forzosamente en un barco hacia España, a la gran mayoría del clero de la isla. Esto trajo pánico entre los matrimonios jóvenes con hijos de edad escolar, que no querían que sus hijos fueran adoctrinados por el comunismo. Muchos, en la imposibilidad de conseguir la salida del país, mandaron a sus hijos solos, en lo que se llamó el Programa Pedro Pan, donde la Iglesia Católica en Miami jugó un papel crucial en la protección y ulterior asignación de estos niños a familias que los alojaron. No tengo que subrayar, Su Santidad, el enorme sacrificio y sufrimiento de estas familias. En otros casos, las familias pudieron salir del país con sus hijos, para llegar sin un centavo a estas tierras de libertad, con tal de evitar el adoctrinamiento de sus pequeños. Esta es solo una parte de las tantas dolorosas experiencias que ha sufrido el cubano.

            El sistema ha abolido todas las libertades individuales: no se puede opinar y mucho menos actuar en contra de la revolución. Se creó el delito de “peligrosidad”, de modo que los ciudadanos pueden ser enjuiciados (si a esos juicios con final predeterminado se les puede llamar enjuiciamientos) y condenados a la cárcel sólo con la sospecha de que pudieran incurrir en actividades contra-revolucionarias, antes de que estas ocurran. No hay libertad de expresión, ni de prensa. La dictadura escoge qué noticias los ciudadanos deben recibir y cuáles no. La imposibilidad de expresarse libremente lleva a la doble moral: se piensa una cosa y se dice otra, a expensas de perder el trabajo, hacer a los hijos ciudadanos de segunda clase en las escuelas, o cuando no, terminar en la cárcel. Dios dotó al hombre de libre albedrío, y por consiguiente es innato en el ser humano el expresarse y poder determinar su futuro libremente. La dictadura usa la desinformación como un arma poderosa para mantenerse en el poder. Por eso el acceso a internet y los medios sociales no está al alcance del ciudadano. En estos momentos históricos de la reanudación de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, la represión persiste o quizás se ha incrementado. Disidentes pacíficos como Las Damas de Blanco, mujeres que se reúnen en una manifestación los domingos después de Misa, portando como toda arma gladiolos, y gritando consignas de libertad, son aporreadas, vejadas, y encarceladas. No hay libertad de viajar, y el gobierno decide quién puede y quién no puede entrar o salir del país.

            Como expresión dramática del estado desesperado que vive el cubano, está la inmensa emigración del pueblo a todas partes del mundo. La horrible decisión de salir del país en embarcaciones pobremente construidas con llantas de automóviles y otros materiales similares, es otra expresión de la frustración y el desespero del ciudadano. Ud. ha vivido una situación similar con los pobres inmigrantes de África tratando de llegar a tierras de libertad en el sur de Italia, con la consecuente enorme pérdida de vidas. ¡Dios sabe cuántas vidas de cubanos desesperados se han perdido en el Estrecho de la Florida!

Como esta carta se va haciendo larga, trataré de sintetizar algunos puntos que considero relevantes para entender el desastroso sistema imperante en Cuba:

  1. El embargo norteamericano (llamado bloqueo por la dictadura): ha sido ineficiente en derrocar al régimen, pero le ha servido a éste para echarle la culpa al “bloqueo” del fracaso económico de la revolución. Mientras tanto, el régimen ha podido comerciar con todos los países del resto del mundo, y especialmente con Canadá, México y algunos países de Europa. El problema es que Cuba no tiene los recursos económicos para pagar sus deudas. El fracaso económico de la revolución se evidencia en el hecho de que Cuba sobrevivió en los primeros 20 o 30 años, como un satélite económico de la Unión Soviética. Cuando ésta desapareció, el pueblo cubano sufrió lo que eufemísticamente la dictadura llamó “el período especial”, con carencia absoluta de lo más elemental, incluyendo alimentos nutritivos, y desatándose una “epidemia” de una enfermedad ocular por carencia de vitamina B1. Posteriormente, cuando Hugo Chávez surge en el poder en Venezuela, Cuba pasó a ser una dependencia económica del petróleo de Venezuela, que pagó con trabajadores de la salud enviados a servir en los lugares más inhóspitos de Venezuela por un salario mísero. Este comercio de médicos y enfermeras se ha extendido a otros países, convirtiendo a estos profesionales en esclavos del régimen. En estos casos el régimen se beneficia quedándose con una buena parte del salario pagado por la nación anfitriona. El levantamiento del embargo le privaría a los hermanos Castro de usar el llamado bloqueo como una excusa para el fracaso económico de la revolución. Los Estados Unidos han permitido el envío de granos, y otros alimentos, pero con pago por adelantado. Levantado el embargo, podría haber comercio sin pago previo, con el subsiguiente alto riesgo dado la pobre historia crediticia de Cuba y la falta de garantías por la carencia de un sistema judicial independiente.
  2. El cuidado de la salud: este es uno de los llamados logros de la revolución. Estos regímenes totalitarios son los campeones en la propaganda, y le han vendido al mundo, el gran triunfo del sistema de salud, en el que el sujeto recibe cuidado médico sin costo alguno. La realidad, desgraciadamente es triste. En Cuba existe un sistema de apartheid en el cuidado de la salud. Hay dos sistemas funcionando paralelamente: uno, que tiene todos los recursos más modernos y que atiende a los jerarcas del régimen y a los extranjeros que pagan en dólares. El otro sistema paralelo, es el de la atención del ciudadano común: una carencia absoluta aún de los recursos más elementales. Los hospitales donde ingresan los ciudadanos “de a pie” carecen de medicamentos, el paciente tiene que llevar sus sábanas y almohadas y a veces la comida, y sufren de una higiene y mantenimiento deplorables. Estos son datos concretos que he obtenido de personas que han sufrido en su propia carne o en la de sus familiares esta penosa situación. Desde Miami y otras ciudades de los EEUU se envían regularmente medicinas a Cuba, que el enfermo carecería sin ese aporte, incluyendo una simple aspirina. Por supuesto, que los visitantes extranjeros son llevados a observar los hospitales de los privilegiados, vendiéndolos como el estándar del cuidado de la salud en Cuba. De nuevo…son los mejores en hacer propaganda, basada en la mentira y el encubrimiento de la realidad del pobre cubano común.
  3. La educación: tan cacareada como uno de los logros de la revolución. Ha sido una herramienta poderosa en el adoctrinamiento revolucionario. He visto cartillas para enseñar a leer con ejemplos como “F de fusil o de Fidel”. La educación está totalmente politizada y en la misión y objetivos de las instituciones de enseñanza superior, se señala la producción del ciudadano revolucionario que siga fielmente los designios del Partido Comunista Cubano. Es lo que llaman la creación del “hombre nuevo”, que tiene como objetivo primordial crear un sujeto que siga fielmente, sin cuestionar, los mandatos del régimen, aún en detrimento del bien personal o familiar. En este sentido, la revolución ha sido otro fracaso. El “hombre nuevo” es uno que tiene que ocultar su verdadero modo de pensar, lo que le lleva a la doble moral y al uso de la mentira y la simulación. Es cierto que el nivel de alfabetización del país ha sido incrementado notablemente, así como el número de graduados universitarios. Pero cuando estos graduados tratan de encontrar trabajo en sus respectivas disciplinas, solo encuentran la posibilidad de una remuneración muy pobre, de alrededor de US$20.00 mensuales como máximo. De modo que uno se encuentra en Cuba, ingenieros, maestros, y otros profesionales trabajando como taxistas, o en empresas relacionadas al turismo que les facilita el acceso a los dólares, o tristemente como prostitutas, llamadas “jineteras”. En la desesperación y desilusión, muchas de estas jóvenes tratan de lograr casarse con algún extranjero, casi siempre viejo, y casi siempre de España o de Italia, para una vez llegadas a estos países comenzar a pasar trabajo cuando son rechazadas por sus adinerados maridos.

            El restablecimiento de las relaciones diplomáticas con los EEUU ha sido un gran triunfo de David contra el gigante Goliat. Las negociaciones, si a esto se le puede llamar negociaciones, han consistido en el gobierno del Presidente Obama accediendo a varios de los reclamos de Cuba, sin haber obtenido nada en retorno. Al contrario, Raúl Castro se ha jactado de que nunca Cuba cambiará su sistema, de que no permitirá la injerencia de EEUU en los asuntos cubanos, así como de exigir una serie de condiciones como que le devuelvan la base militar de Guantánamo, y que los EEUU reparen económicamente los daños causados por tantos años de “bloqueo”. Entre las concesiones que el Presidente Obama ha hecho está la liberación de 4 espías cubanos condenados por un tribunal, y cuya condena fue ratificada por un tribunal de Apelación, en relación con delitos graves, incluyendo el asesinato de los pilotos de “Hermanos al Rescate”, a cambio de la liberación de Allan Gross, un norteamericano condenado por el horrible delito de distribuir teléfonos celulares a la pequeña colonia de judíos existente en Cuba. Los espías cubanos fueron recibidos con honores de héroes en Cuba. La otra concesión fue la de quitar a Cuba de la lista de países terroristas, a pesar de que en Panamá descubrieron un buque que supuestamente cargaba sacos de azúcar de Cuba para Corea del Norte, y que llevaba debajo de esa carga, piezas de aviones de guerra y otros materiales bélicos.

            En resumen, el régimen comunista ha empobrecido materialmente al país, pero lo que es más triste, y será más difícil de corregir cuando esta pesadilla termine, es el empobrecimiento moral y ético del ciudadano, que para poder “resolver” o sea subsistir en un régimen asfixiante como ese, tiene que decir lo que no piensa, considerar totalmente legítimo robar en su lugar de trabajo, vender y comprar en bolsa negra, o prostituirse. Una juventud que en su mayor parte, ante la realidad en que vive, considera salir del país como la única solución a su triste y desesperada situación.

            Su Santidad, le pido excusas por lo extensa de esta carta, pero creí mi deber contribuir a informarle de la triste situación existente en Cuba. Desgraciadamente no hay sistema político perfecto, pero el sistema comunista ha sido un fracaso en la historia de la humanidad. En el caso de Cuba, la ha empobrecido a niveles nunca antes soñados.

            Con todo mi respeto, le deseo éxitos en su misión en Cuba, y espero que le permitan reunirse con disidentes, para que le den la versión opuesta a la oficial. Me temo que su presencia en Cuba sea aprovechada para la legitimación de este horrible régimen.

Respetuosamente,

Federico R. Justiniani, M.D.

 

 

 


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