TED CRUZ LA PESADILLA DE LA IZQUIERDA Y LA ENVIDIA DE SUS COLEGAS

Comparte este artículo:

“Ésta, que alumbra y mata, es una estrella/Como que riega luz, los pecadores/ Huyen de quien la lleva, y en la vida/Cual un monstruo de crímenes cargado/Todo el que lleva luz se queda solo”. Poema “Yugo y Estrella”, José Martí.

 

Unos podrán amarlo, otros podrán odiarlo y muchos dudarán de su estrategia, pero cuando un hombre se pone los pantalones para defender sus principios contra viento y marea conquista la admiración y el respeto de todos aquellos que no sean unos fanáticos. Al igual que la totalidad de los legisladores republicanos que resultaron electos en la campaña del 2012, Ted Cruz ganó su escaño en el senado federal con la promesa de combatir con todas sus energías la monstruosidad socializante del Obamacare. Y así lo hizo hace unos días en un discurso maratónico de 21 horas y 19 minutos.

 

Este tejano por adopción, nacido en Canadá de padre cubano y madre norteamericana, es un hombre que, a diferencia de la élite política de Washington, cumple la palabra dada. Por eso se enfrentó al Obamacare sabiendo que su estrategia estaba condenada al fracaso. Sabía que perdería esta batalla pero echó las bases para tomar una posición de liderazgo dentro del Partido Republicano en las guerras inminentes del 2014 y el 2016, donde la animosidad entre ambos partidos vaticina que no habrá cuartel para los candidatos de ninguno.

 

Porque las dos victorias de Obama han sido una especie de electroshock que ha sacado a los republicanos del letargo que los llevó a perder las tres elecciones del 2006, el 2008 y el 2012, en que postularon a candidatos con débiles credenciales conservadoras como John McCain y Mitt Romney. La victoria del 2010 y el control de la Cámara de Representantes no pueden ser acreditadas a los republicanos sino a la vanguardia conservadores del Tea Party.

 

Ese será sin dudas el escenario del 2014 y del 2016. Esta vez los demócratas no podrán cometer asesinato a mansalva contra blandengues como McCain y Romney sino tendrán que enfrentarse a un grupo de jóvenes y genuinos conservadores como Ted Cruz, Marco Rubio, Rand Paul, Mike Lee, Scott Walker, Boby Jindal, Paul Ryan y otros que surgirán en el camino hacia las presidenciales del 2016.

 

Se acabaron los tonos grises del complaciente establecimiento republicano y el partido ha sido tomado por hombres inspirados en los tonos definidos e intensos de Ronald Reagan. Un Reagan elogiado hoy por los republicanos y por el mismo Barack Obama, pero que en su tiempo fue considerado agresivo y hasta peligroso por los jerarcas del partido. Como cuando calificó a la Unión Soviética de “imperio del mal” y contradijo a sus asesores exigiendo a Mikhail Gorbachev que derribara el Muro de Berlín. Y ya sabemos adónde fue a parar el comunismo soviético y sus satélites europeos.

 

En cuanto a Ted Cruz, hay algo en el aire y en el agua de Texas que convierte en beligerantes y temerarios a sus hombres, independientemente de su ideología, su religión o su partido. Tal fue el caso de la similitud de personalidades y del desempeño de sus respectivas presidencias del demócrata Lyndon Johnson y del republicano George W. Bush. Se nos antoja que el santo y seña de “Don’t mess with Texas”, que fue determinante en la heroica defensa de El Álamo en marzo de 1836 por un puñado de valientes liderados por William Travis, Jim Bowie y David Crocket, sigue viviendo en el carácter y determinando la conducta de Ted Cruz.

 

En aquel momento, una abigarrada tropa de dos centenares de improvisados soldados sufrió 189 bajas pero le infringió 1500 bajas a fuerzas 20 veces superiores en número al mando del dictador Antonio López de Santa Ana. Como Ted Cruz hace unos días, aquellos valientes perdieron entonces la batalla de El Álamo pero prepararon las condiciones para la victoria de San Jacinto, la captura de Santa Ana y el nacimiento de Texas a escasas cuatro semanas de la debacle de El Álamo.

 

Regresando a nuestro convulsionado panorama político, en medio de su maratónica intervención, Cruz admitió que se sentía fatigado y que le dolían los pies. Entonces plantó la bandera de sus convicciones diciendo: “Pero, ustedes saben, es mucho más doloroso darse por vencido, es mucho más doloroso esconderse en las sombras, es mucho más doloroso no defender los principios, es mucho más doloroso no luchar por el bien y es mucho más doloroso no defender la integridad”.

 

Un hombre con esta elocuencia, estos principios y el coraje para defenderlos es una verdadera pesadilla para los demócratas y para la prensa secular de izquierda. Harry Reid, el líder de la mayoría demócrata en el Senado, no se conformó con decir que los esfuerzos de Cruz eran “una pérdida de tiempo” sino calificó de “terrorismo” la forma en que el joven senador defiende sus principios.

 

Al mismo tiempo, uno de los plumíferos rojos del New York Times se unió a la campaña de difamación y escribió: “Cruz ha demostrado lo poco que entiende las reglas del Senado y, más importante todavía, lo poco que aprecia los deseos del público de que haya colaboración entre los miembros del Congreso”. Una mentira de proporciones siderales si tenemos en cuenta que el mayor deseo del público norteamericano mostrado hasta por las encuestas mas izquierdistas es librarse de los impuestos, los costos y las trabas de Obamacare.

 

Pero lo que realmente no tiene sentido y desafía toda lógica es la escaza solidaridad y la andanada de ataques gratuitos que ha recibido Cruz de sus colegas republicanos en el Senado. Menos de una docena de los 46 republicanos en el Senado han apoyado su iniciativa y literalmente cuatro gatos lo han hecho en forma ostensible, entre ellos Mike Lee, Marco Rubio y Rand Paul.

 

El más crítico contra este grupo de verdaderos conservadores republicanos ha sido el pusilánime John McCain. El mismo que no solo ha calificado a Ted Cruz y a Rand Paul de “pájaros locos”, sino que ha llegado al sarcasmo de insinuar que en una competencia entre el republicano Rand Paul y la demócrata Hilary Clinton no sabría por cual votar.

 

La realidad es que John McCain, Mitch McConnell, John Cornyn y Linsey Grahman se han comportado como unos “pájaros encolerizados” ante la pérdida de influencia en un partido que ellos llevaron a la quiebra. Si McCain hubiera utilizado esa misma cólera para denunciar los antecedentes subversivos y corruptos de su adversario en la campaña del 2008 quizás nos habría ahorrado la pesadilla de estos cinco años de Barack Obama. Rush Limbaugh describió el fenómenos con su estilo lapidario: “Mucho odio señores. Mucho odio y mucho extremismo”.

 

Concluyo adelantándome a aquellos que, ya sea por patriotismo mal entendido o por razones ideológicas, me acusen de comparar a Ted Cruz con José Martí. A ellos les digo que cualquier cubano de vergüenza está consciente de que José Martí no fue solo el Apóstol de nuestra independencia sino es y será por siempre el Santo Patrono de la nación cubana.

 

Que nadie podría aspirar ni a los méritos ni a las cualidades de aquel hombre extraordinario y mucho menos al amor imperecedero del pueblo cubano por su memoria inmaculada. Pero si digo que el valor y la honestidad de Ted Cruz en la defensa de sus principios lo hacen digno heredero y discípulo de Jose Martí. Se irguió durante más de 21 horas ante un hostil Senado Norteamericano y un mundo indiferente para proclamar con otras palabras pero con el mismo sentido simbólico los versos finales de “Yugo y Estrella“: “Dame el yugo, oh mi madre, de manera/Que puesto en él de pie/ luzca en mi frente/Mejor la estrella que ilumina y mata”.

 

La Nueva Nación es una publicación independiente cuyas metas son la defensa de la libertad, la preservación de la democracia y la promoción de la libre empresa. Visítenos en : http://www.lanuevanacion.com


Comparte este artículo: