Elliott Abrams arremete contra los occidentales que tropiezan una y otra vez en la piedra del reformismo iraní mientras ignora a los demócratas que verdaderamente quieren acabar con el régimen de los ayatolás.
Durante las presidenciales iraníes de junio, numerosos occidentales se mostraron firmemente esperanzados en una victoria de Hasán Ruhaní. Ruhaní, presidente en ejercicio, era un “moderado”, aducían, y durante la campaña criticó a los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria y prometió que habría mujeres y miembros de las minorías en su Gabinete.
Estamos a mediados de agosto y ya es evidente que no habrá reformas, y que las promesas de Ruhaní sólo pretendían atraer votos, no introducir cambios, liberalizaciones o reformas en Irán.
(…) una vez más, los occidentales esperanzados con el cambio en Irán se han engañado a sí mismos al permitirse creer que una teocracia cerrada, corrupta y represiva iba a cambiar; al concluir que Ruhaní es una suerte de ‘moderado’ pese a que la situación de los derechos humanos en Irán empeoró durante su primer mandato y al tratar al propio Ruhaní, al ministro de Exteriores –Javad Zarif– y a otros actores que el régimen utiliza para aplacar a Occidente como si [estuvieran empeñados en] liberalizar Irán.
No lo están. Son una parte importante del brutal y represivo régimen que gobierna la República Islámica. El verdadero protagonista en la lucha por cambiar Irán y liberar a su pueblo de la tiranía es el propio pueblo de Irán.