La esclavitud fue abolida en los Estados Unidos durante el mandato de Abraham Lincoln en 1863
La nueva senadora de Tennessee, Marsha Blackburn, acaba de introducir la Ley de Prohibición de Proveedores de Aborto Título X. Esto coincide con la Marcha por la Vida de este año, en la que se señalan los 46 años transcurridos desde la decisión judicial Roe v. Wade de 1973 que legalizó el aborto.
La legislación pondría fin a todos los fondos federales para todos los proveedores de servicios de aborto, incluida Planned Parenthood.
Esta es la primera iniciativa legislativa de Blackburn, elegida al Senado en 2018 después de servir durante ocho legislaturas en la Cámara de Representantes. Blackburn ha sido una inquebrantable conservadora de principios pro-vida a lo largo de todos sus años de servicio público, y la felicito por ello.
Ya es hora de que como nación entendamos el flagelo del aborto en el contexto más amplio de cómo afecta la salud y la riqueza de nuestra nación.
He hablado y escrito a menudo sobre esto, comparando nuestros trastornos sociales de hoy con los de la década de 1850, cuando la esclavitud era el problema que desgarraba nuestra nación.
La Ley de Kansas-Nebraska de 1854, defendida por el senador Stephen Douglas, establecía que los ciudadanos de estos nuevos territorios podían votar para determinar si se permitiría la esclavitud.
La ley era, sobre la cuestión de la esclavitud, favorable al derecho a decidir.
Abraham Lincoln tocó el corazón del asunto en su famoso discurso del 16 de octubre de 1854 en Peoria, Illinois.
“El juez Douglas me interrumpió para decirme -dijo Lincoln- que el principio del proyecto de ley de Nebraska era muy antiguo; que se originó cuando Dios hizo al hombre y puso el bien y el mal delante de él, permitiéndole elegir por sí mismo, siendo responsable de la elección que debía hacer”.
Lincoln respondió que “los hechos de esta proposición planteada así no son ciertos. Dios no puso el bien y el mal delante del hombre, diciéndole que hiciera su elección. Al contrario, le dijo que había un árbol, del cual no debía comer, bajo pena de muerte segura. Desearía una prohibición tan fuerte contra la esclavitud en Nebraska”.
Muchos se pusieron del lado de Douglas en la propuesta de que tenía sentido que la legalidad de la esclavitud en un territorio determinado se decidiera por voto, por elección. ¿Qué americano hoy en día estaría de acuerdo con esto?
Por el contrario, ¿quién de nosotros no aprendió la historia de Estados Unidos con un cierto sentido de incredulidad de que una vez la esclavitud existió en nuestra nación, fundada en los principios de la libertad y la igualdad?
En el tema de la esclavitud, Lincoln estaba a favor de la vida.
Él sabía que la vida humana no es una criatura de definición política, sino una verdad divina hacia la cual necesitamos mostrar deferencia y temor, como lo mostramos al Dios que la creó.
Hay pocas dudas en mi mente de que un día los estadounidenses mirarán hacia atrás a nuestra historia con incredulidad de que alguna vez fue legal en Estados Unidos que las mujeres fueran juez y jurado de la vida misma y que destruyeran el milagro de la vida dentro de ellas.
Mientras tanto, vemos las señales de advertencia a nuestro alrededor de una sociedad que se desmorona como resultado de una enfermedad en el alma.
La familia y el matrimonio se están derrumbando. Las tasas de natalidad están colapsando.
Nuevos datos de la Oficina del Censo muestran que el crecimiento de la población de los Estados Unidos durante el año pasado es el más bajo en 80 años. Proyectan que en sólo 17 años, por primera vez en la historia, nuestra población mayor de 65 años superará a la población menor de 18 años.
Por alguna razón, parece que necesitamos sumergirnos en la oscuridad antes de ver la luz.
Pero la buena noticia es que tenemos líderes como Blackburn y estadounidenses como los cientos de miles que llegarán a Washington para la Marcha de la Vida.
La incidencia del aborto ha disminuido drásticamente desde su punto máximo después de Roe v. Wade, y ha disminuido significativamente entre las mujeres jóvenes. El activismo de los grupos pro-vida está marcando la diferencia.
Poco a poco, aunque demasiado lentamente, se está tomando conciencia en Estados Unidos de que la verdadera libertad comienza con el respeto por el misterio y la santidad de la vida.
Star Parker
Este artículo fue publicado originalmente en The Daily Signal.
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