Fracaso de Biden/Harris en la política hacia América Central

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El presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, se dirige a la 77ª sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas en la sede de la ONU en la ciudad de Nueva York el 21 de septiembre de 2022. TIMOTEO A. CLARY / AFP.

En la 77ª Asamblea General de la ONU, un tema recurrente fue la injerencia de la Administración Biden y sus asesores en dichos países.

Como lo hago todos los años, tuve el privilegio de asistir a la 77ª Asamblea General de la ONU en Nueva York. Aunque el formato de dicho evento ya es irrelevante y aburrido, no es una mala época para visitar la Gran Manzana.

Entre discursos y varias tazas de café, pude ver con mucho interés los discursos de la presidenta Castro de Honduras, Giammattei de Guatemala y Bukele de El Salvador. Cada uno tuvo su propio mensaje dirigido específicamente a sus pueblos, y también al mundo. En particular, un tema recurrente fue la injerencia de la Administración Biden y sus asesores en dichos países.

El tema principal de los tres presidentes fue el respeto a la soberanía, y a permitir que cada país sea dueño de su futuro y el rumbo que escojan democráticamente. Obviamente, en gran contraste con Nicaragua, donde no hay ni elecciones libres, ni democracia, ni libertad de prensa y existen presos políticos como Arturo Cruz y otros, donde los asesores de Biden no parecen estar muy preocupados.

La Presidenta Castro mencionó 6 veces la soberanía de Honduras al dirigirse a las Naciones Unidas, haciendo referencia al decir que Honduras se está “construyendo bajo una visión de refundación humanista, impregnada de dignidad y soberanía…”, en un aparente mensaje a la Administración Biden.

El presidente Bukele de El Salvador dijo al hablar de la soberanía en referencia a los países poderosos: “los admiramos, los respetamos, nuestras puertas están abiertas de par en par para comerciar, para que nos visiten, para construir las mejores relaciones posibles”. Y agregó: “pero lo que no pueden hacer es venir a mandar a nuestra casa”, expresando su apoyo al gobierno de Estados Unidos, pero exigiendo respeto.

Mientras tanto, el presidente Giammattei de Guatemala dijo: “la soberanía de los estados es fundamental en las relaciones bilaterales y multilaterales. No importa lo grandes o pequeños que sean los países”, en clara referencia al comportamiento que ha recibido por parte de la Administración Biden, pero más específico a Harris.

Pero, ¿qué es lo que pasó, por qué existe este sentimiento? Estos tres países que históricamente son aliados incondicionales de los Estados Unidos están expresando descontento frente a una injerencia en temas domésticos que no debería de ser. El gran problema es la vicepresidenta Kamala Harris.

Cuando el presidente Biden asumió la Presidencia, prometió enfocarse en la causa raíz de la migración irregular del “triángulo norte” –Guatemala, El Salvador y Honduras– igual que Biden lo hizo cuando fue vicepresidente de Obama. El entonces vicepresidente Biden no obtuvo resultado, ahora la vicepresidenta Harris, no sólo no ha demostrado resultados, ha empeorado las relaciones.

Uno de sus primeros viajes internacionales fue a Guatemala a visitar con el presidente Giammattei, gran aliado de los EEUU, para ver temas de cómo mitigar el flujo migratorio.

Este viaje fue una decepción. Ni ella ni su equipo tienen el tacto, o la inteligencia emocional para manejar las relaciones exteriores de los Estados Unidos. Su visita a Guatemala no obtuvo resultados, y cometió injerencia al querer insertarse en los temas locales de la política guatemalteca. Su visita a Honduras fue ceremonial para la toma de posesión, y con el Salvador no ha tenido ningún tipo de contacto. Desde esa visita, la Administración Biden ha sido agresiva con el Gobierno de Guatemala, colocando funcionarios en listas de sanciones y violando la soberanía del país. No creo que sea la mejor forma de mantener relaciones, sino, más bien, de arruinarlas.

Gracias a la labor de los tres países centroamericanos, a pesar, y no gracias a la administración Biden/Harris, los países han logrado consolidar sus democracias, mejorar sus economías a pesar del duro golpe de la pandemia, y a dedicarse al bienestar de sus pueblos.

Harris, luego de las visitas a Guatemala y Honduras, decidió reorientar muchos de los programas de cooperación hacia organismos no gubernamentales. Muchos de estos organismos cometen injerencia en las actividades políticas de los países, y esto ha causado un gran malestar con los presidentes centroamericanos.

Todas estas acciones han hecho llegar las relaciones a tal punto, que ni a la cumbre de las américas ninguno de los Presidentes decidió participar, a pesar de los numerosos pedidos por parte de la admiración de que participaran, incluso, ni siquiera ofreciendo una reunión bilateral con el Presidente Biden se logró la participación. Es increíble cómo los Estados Unidos han perdido su gran liderazgo en Centroamérica, y en América Latina en general.

Las acciones lideradas por Harris e implementadas por asesores activistas que están en la administración han logrado solamente una polarización y distanciamiento entre los países que en teoría serían prioridad, y con quien deberíamos trabajar de cerca para resolver el tema migratorio.

Ha habido mucho éxito en varios frentes en cada uno de estos países, y en vez de estudiar los casos de éxitos, apoyar y replicarlo en cada uno de los países, Centroamérica se ha encontrado haciendo este trabajo solos, y sin los Estados Unidos.

En muchas ciudades de los Estados Unidos, hay muchos más problemas de violencia, crimen y saqueo que en ciudades guatemaltecas, hondureñas, y ciertamente salvadoreñas.

Harris podría aprender mucho de los países de Centroamérica de lo que ella ha podido contribuir. Lo que inicialmente era una prioridad para ayudarlos, ahora se podría convertir en una política de aprender de sus éxitos, y ver formas de replicarlo en ciudades como Chicago, Baltimore o Portland, donde las imágenes de caos y violencia son peores que en América Central.

Damian Merlo – Diario Las Américas


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