El régimen comunista chino está velando por sus intereses sin importar el daño a sus ciudadanos y al resto del mundo. (Twitter)
El gigante asiático contribuyó con más de 27 % del total de las emisiones globales en 2019, mientras tanto el régimen auspicia la creación de centrales eléctricas a base de carbón.
China marcó un nuevo récord, aunque no necesariamente se traduce en buenas noticias para Xi Jinping. A pesar de formar parte del Acuerdo de París, el país calificó como el más contaminante entre todas la naciones desarrolladas, superando incluso a todos los miembros de la OCDE juntos.
En 1990 las emisiones de gases causantes del efecto invernadero (GEI) de China solo representaban una cuarta parte de las emisiones de los 38 integrantes de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Claramente los números cambiaron, según un informe de la consultora Rhodium Group. Las cifras pertenecen a datos de emisiones globales recientemente actualizados hasta 2019.
Es decir, a pesar de los supuestos compromisos adquiridos en el Acuerdo de París, el gigante asiático hizo de las suyas en pro de su desarrollo económico. Sobre esto, Xi Jinping ha dicho que espera alcanzar el pico de emisiones antes de 2030. Luego, para 2060 prometió desarrollar un plan de neutralidad de carbono.
Pero las garantías son pocas. El régimen chino también ha optado por señalar al resto de países por no cumplir las metas de mantener el calentamiento global por debajo de dos grados celsius.
«China por sí sola contribuyó con más de 27 % del total de las emisiones globales, superando con creces a EE. UU., el segundo mayor emisor, que contribuyó con el 11 % del total mundial», señala la consultora.
Based on our newly updated estimates for 2019, global emissions reached 52 gigatons of CO2e in 2019, an 11.4% increase over the past decade. China alone contributed 27% of total global emissions, and the US—the 2nd highest emitter—contributed 11%. 1/5 pic.twitter.com/GXQbAg5Qew
— Rhodium Group (@rhodium_group) May 6, 2021
Hay varios puntos a tener en cuenta en este tema. El primero es que Estados Unidos advirtió en 2017 sobre las debilidades del tratado internacional. El entonces presidente Donald Trump aseguraba que era nocivo, ya que se trataba de un pacto liderado por China para perjudicar a las manufacturas estadounidenses. La salida de EE. UU. del acuerdo se concretó en el año 2020. Sin embargo, Joe Biden decidió volver a adherirse.
El otro es que la mayoría de los países no está cumpliendo con las pautas establecidas para 2030, por ende «todos pagaremos el precio». La conclusión viene de National Geographic, que publicó un artículo al respecto. Para ese año, las naciones podrían perder alrededor de 2000 millones de dólares diarios por fenómenos meteorológicos causados por el cambio climático. Además, se perjudicaría la salud, los alimentos y el agua para la especie humana.
El tercer factor indica que el régimen chino es imparable cuando se trata de contaminación. Pekín está construyendo y reactivando centrales para producir electricidad con base a carbón, equivalentes a toda la capacidad de la Unión Europea, según un informe del año 2019 elaborado por el portal Endcoal.org.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) también confirmó ese mismo año un nuevo récord en las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera.
La pandemia ¿benefició a China?
Si las cifras de hace dos años recogidas por Rhodium Group arrojan estos resultados, no habría mucho que esperar para los próximos años. China ha dejado claro que seguirá con su plan por nueve años más.
El informe de la consultora también hace estimaciones sobre 2020, el año en el que la pandemia comenzó a azotar al mundo. Curiosamente China aumentó su contaminación con gases de efecto invernadero, mientras que el resto de países la disminuyó.
«Si bien los datos globales para finales 2020 aún no están disponibles, esperamos que las emisiones per cápita de China superen el promedio de la OCDE en 2020, ya que las emisiones netas de GEI de China crecieron alrededor de 1,7 %, mientras que las emisiones de casi todas las demás naciones disminuyeron drásticamente a raíz de la pandemia por el COVID-19», detalla.
Presiones y falsas promesas
Hay algunas iniciativas que pueden catalogarse como un instrumento de presión hacia el gigante asiático. Por ejemplo, la Unión Europea paralizó en mayo pasado el Tratado de Inversiones (CAI, en inglés) firmado con China. El acuerdo bilateral permite la introducción de las empresas de los países miembros de la UE en el mercado chino.
También aborda otros temas como eficacia jurídica y judicial, transparencia, igualdad de acceso al mercado y ambiente. De allí la decisión de la UE: China debe acatar varios convenios previo a continuar con el CAI, entre estos reducir su contaminación acatando el Acuerdo de París.
Pero la efectividad de este tipo de presiones está en entredicho. Expertos consultados por BBC aseguraron que para poder mantener el calentamiento global por debajo de los 2ºC, para 2030 China tiene que reducir su generación de electricidad a partir del carbón en un 40 %. Por lo tanto, la construcción de centrales a base de carbón está desalineada con el Acuerdo.
La escasa disposición internacional, sumada a la negligencia de China parecen condenar el futuro de las próximas generaciones.
Oriana Rivas – PanamPost